sábado, 21 de enero de 2012

Los secretos quedaron entre las mujeres

©Walther Eberle

Esto es diferente. Con guandules no hay secretos. Están buenos o malos, pequeños o grandes, baratos o caros, depende del año y de la cosecha. Todo relativo. Parece que este asunto es más trivial, en el acto no hace falta la doña. Los secretos se quedaron entre las mujeres que, en el campo, sentadas en círculo un montón de vainas en el centro picando habichuelas, se cuentan… sabes tú como murió el hijo de la tal, éste que dicen que era asaltante…o…sabes algo de la tal cuya barriga crece desde que la ven con el abogado tal…, éste que está casado en la capital…

©Walther Eberle
Bueno, esto es así en Villa Francisca, no es que no la pagué como los vecinos o aquellos ricos que se colgaron, pero se corta a veces. Dicen que castigan el barrio, no lo creo. Y así, con la luz de una simple vela, descubriste mi humilde belleza. Finalmente, el apagón ha servido para algo, aunque solo para mí. 



©Walther Eberle

Igual en Villa Francisca. Que puedo decir. Me gustó y me sigue gustando. Mucho.


©Walther Eberle

Que tenga un buen día señor. No vendimos nada, casi nada. Mañana, el patrón nos dará otra mercancía que se vendió con mucho éxito en el Hoyo de Chulín. La vamos a introducir aquí también. No hay porque deprimirse, con tanta belleza en la calle. Cuídese de la lluvia. Hasta mañana.

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