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©Walther Eberle
Esto es diferente. Con guandules no hay secretos. Están
buenos o malos, pequeños o grandes, baratos o caros, depende del año y de la
cosecha. Todo relativo. Parece que este asunto es más trivial, en el acto no
hace falta la doña. Los secretos se quedaron entre las mujeres que, en el
campo, sentadas en círculo un montón de vainas en el centro picando
habichuelas, se cuentan… sabes tú como murió el hijo de la tal, éste que dicen
que era asaltante…o…sabes algo de la tal cuya barriga crece desde que la ven
con el abogado tal…, éste que está casado en la capital…
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©Walther Eberle |
Bueno, esto es así en Villa Francisca, no es que no la pagué
como los vecinos o aquellos ricos que se colgaron, pero se corta a veces. Dicen
que castigan el barrio, no lo creo. Y así, con la luz de una simple vela,
descubriste mi humilde belleza. Finalmente, el apagón ha servido para algo,
aunque solo para mí.
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©Walther Eberle |
Igual en Villa Francisca. Que puedo decir. Me gustó y me
sigue gustando. Mucho.
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©Walther Eberle
Que tenga un buen día señor. No vendimos nada, casi nada.
Mañana, el patrón nos dará otra mercancía que se vendió con mucho éxito en el
Hoyo de Chulín. La vamos a introducir aquí también. No hay porque deprimirse,
con tanta belleza en la calle. Cuídese de la lluvia. Hasta mañana.
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